miércoles, 22 de mayo de 2013

EN LA UNIVERSIDAD


Esta historia ocurrió en 1999 en una fiesta de una prestigiada universidad del norte de California, a medida que nos fuimos quedando pocos la conversación se hizo más caliente y cada uno empezó a contar su fantasía sexual.

“Mi fantasía es tener sexo con dos mujeres”, les dije a todos. Algunos que escuchaban se burlaron de mí, por mi edad, y por padecer impotencia. Del grupo, una mujer, maestra de literatura. Ella se acercó a mí, y me dijo en secreto su fantasía.

Me dijo que le encantaría que un hombre le hiciera un buen masaje y, que después una vez, relajada, esa persona le chupara su intimidad hasta hacerla acabar.

No era nada fuera de lo común. Le conté que muy pocas sabían de mis experiencias con mujeres de quien aprendí a dar masajes eróticos.

Le dije que de mi parte yo le haría realidad su fantasía para darle placer y que dependía de ella si deseaba dármelo también. Ella dijo por supuesto ya que no era egoísta.
Salimos del lugar. Llegamos a mi departamento, un estudio en la universidad, muy sencillo, bien decorado para una sesión de esta naturaleza.

Puse música suave, saque una botella de vino, ella me pidió darse un baño. Se aseo y luego me metí a la ducha, Me bañe, y sin saber cómo seguía la cosa, me puse una bata y me estaba secando, cuando entro.

Estaba también con una bata que encontró en el armario, muy cortita, se notaba que no llevaba nada abajo. Si bien era muy menudita, estaba muy bien de cuerpo, y ese físico chiquito le hacía sobresalir unos pechos voluptuosos que se notaban detrás de su bata.

Me tomó de la mano y me dijo que le gustaría mucho participar conmigo para disfrutar al máximo.

Bailamos pegaditos por un rato, para que nuestros cuerpos pudieran sentir el imán de nuestras energías. Bebimos un poco y ella saco de su bolso un cigarrillo estimulante que compartió conmigo.

Le pedí que se quitara la bata. La recosté boca arriba y empecé a masajearle la planta de los pies. Tome mi tiempo para acostumbrar mis manos a su piel. Le apretaba el talón con mis dedos y le acariciaba la planta y le sobaba cada uno de sus dedos. Ella gemía diciéndome que le encantaba bastante.

Seguí con sus piernas, masajeándolas cada una. Primero la parte de abajo, hacia arriba y a medida que me iba acercando a su trasero lo iba haciendo cada vez más suave.

Sentí que ya estaba excitada, cuando roce su cola, supe que lo que iba a vivir era fabuloso. Comencé acariciarle las nalgas con cierta presión y de repente dejaba escapar un dedo por la entrada de su culo que la hacía estremecer.

Como veía que le gustaba, empecé a hacer más frecuente esa operación. Pasaba mi índice y logre que su orificio anal se dilatara.

Me pidió que la abriera más y que le metiera el dedo en el culo. Lo hice. Luego procedí para darle masajes en la espalda. Tan bien lo hice que la hice relajarse a pesar de la gran calentura que tenía por el masaje que ya había recibido hasta la mitad de su cuerpo.

Alcancee sus hombros y, con una voz sensual me dijo lo siguiente mientras yo estaba concentrado en mi trabajo.



Quiero que tus dedos escriban historias a través de mi piel.

Quiero tus besos en mi espalda, que me digas las más grandes verdades o las más grandes mentiras.

Que me digas cosas sencillas, sensuales, que me delinees el rostro y te quedes viendo a los ojos, como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran, alborotando todas las gaviotas en la espuma.

Quiero que andes por todo mi cuerpo como un camino arbolado y oloroso, y me des caricias que me haga olvidar el paso del tiempo.


Mis manos le untaron aceite en la nuca y en la espalda y luego empezaron a masajear primero su cuello, subiendo y bajando la parte posterior de las orejas. Empecé a secar mis manos con su cabello, mientras preparaba una porción más de aceite aromatizante para que su cuerpo se sintiera más receptivo a mis caricias.

Después, frotee suavemente su cuerpo, desde arriba hasta la punta de sus dedos y regresee a su cabeza. Mis manos recorrieron sus brazos y sus dedos de una manera sensual. Repetí lo mismo con los dedos de sus pies, uno por uno.

Luego, mis besos y caricias inundaron su cuello, su espalda, sus senos y su ombligo. Le di masaje desde los omoplatos hasta las asentaderas, unte más loción y aceite pasando por en medio de sus nalgas, logrando rozar nuevamente el orificio de su culo.

Le pedí que se volteara boca arriba, para partir desde la punta del pie hasta arriba, masajeando las rodillas, las piernas, llegue a su torso y me acomodé detrás de ella, levantándola para que me diera su espalda. Mis dos manos y brazos extendidos recorrían en círculo sus pechos enormes, cuyos pezones estaban ya bien paraditos. Tome un plumaje y la hice acomodarse de pecho hacia abajo, que cerrara sus ojos y se dejara llevar por la sensación.

La pluma la recorría por toda la columna vertebral, sus piernas y sus glúteos y en medio de ellos.

La última acción provocó que ella levantara las nalgas y se expusiera para que pueda rozarle la pluma suavemente en su clítoris y en sus dos orificios.

La voltiee de nuevo boca arriba para besar a lo ancho su piel, desde las orejas, sus senos, su torso, hasta que llegue al sitio conocido como Monte de Venus, masajeando con dos manos esa parte tan sensible.

Ella me pedía que no parara, que siguiera ya que quería llegar a lo máximo.

Entonces, mi lengua empezó a trabajar en esa área, lamiéndole hasta que gimió una vez más de gusto. Después, mis dedos pulgares abrieron su vulva para ayudarle a que lubricara más y descubrí que estaba totalmente empapada.

Mi lengua entro en acción lamiéndole, succionando y dándole uno que otro mordisco; mi barba crecida del día, le pico los lugares más sensibles de su ser hasta que empezó a tener un intenso orgasmo….

-Ah! Aaaah! Aaaahh! Ah! Ah….!!

Después de su primera descarga, su cuerpo estuvo un momento tembloroso hasta que volvió a relajarse. Bebí sus licores que escurrían de su vagina y seguí incitándola. Así, pronto estuvo lista para una nueva descarga y continúe manteniéndola excitada, en pleno frenesí, hasta que unos minutos más tarde alcanzoo un segundo orgasmo.

-Aaaayyy! Aaaahhh! Aaaaaaaaaaaaaaaaaaahh! –Gemía locamente de placer.

Después de las convulsiones orgásmicas, le pedí que se pusiera a cuatro, mi dedo pulgar entro en su ano y los otros cuatro en su vagina.

Puse loción en mi pulgar para dilatar su culito hermoso. Mientras, mi otra mano le daba un masaje por la espalda y empezaba a tocar sus senos con delicadeza, exprimiéndolos tiernamente.

Después de esto, la voltee de espalda y puse sus pies en mi cuello para que mi lengua actuara de nuevo en su lubricada intimidad, succionando sus sabrosos jugos. Así estuve hasta provocarle un tercer orgasmo.

-Aaaaayyy!! Aaaaaaaaaaaaayyyyy!!

Entonces sentí que se iba relajando entre temblores, totalmente satisfecha. Me quedé con ella recostado, nos tapamos los dos con una tela de terciopelo hasta que ella se quedó dormida entre mis brazos.

En aquellos momentos, no pude dejar de pensar, maldiciendo mi infortunio de no disponer de la buena condicion sexual de mis buenos tiempos para disfrutar de aquella deliciosa hembra que tenia junto a mí, totalmente entregada.

Debido a ello, y por edad madura, normalmente no está previsto que en mis sesiones de masajes llegue a tener relación sexual completa con la dama a la que estoy tratando, lo cual para ellas es una garantía de libertad, a menos que ella en agradecimiento o por enfrentarse al desafió de producir una reacción en alguien que tiene dificultad eréctil, se prestara a hacerme el favor hacerme terminar en su boca o ayudarme a tener una buena erección.

Ella despertó y pudo ver mi verga flácida, sin asomo de una deseada erección. Como ya conocía mi problema no se sorprendió.

Me pidió que me acostara. Me colocó boca abajo, no la podía ver, y fue una gran sorpresa cuando sentí en mi espalda el roce de sus pechos inmensos. No dejo punto de mi espalda sin tocar con esos pechos espectaculares. A medida que iba llegando a mi cintura sus pezones se pusieron duros.

Esas tetas tenían vida propia. Tomoo una de sus tetas y me paso el pezón por la raya de mi culo. Su pezón estaba durísimo, y era como un dedo dentro de mi agujero.

Me pidió que me pusiera boca arriba. Lo primero que hizo fue levantar una de mis piernas y chuparme el pie. Chupo cada uno de mis dedos con una maestría inolvidable, pasando la lengua entre los dedos.

Siguió dándome besos en las piernas, iba subiendo muy dulcemente. Cuando llegó a mi verga, que ya estaba por estallar, pasó de largo y me empezó a pasar la lengua por mi barriga, su lengua era dulce. A cada paso me estremeció más. Luego bajo por todo mi cuerpo hasta mis vellos y su lengua que no era tímida para nada busco la cabeza de mi verga.

Sentí que me venía y temí que no iba a salir la leche hacia afuera, debido a mi problema. Ella empezó a succionar mi verga, como si estuviera jugando con un popote. Aspiraba, lamia, succionaba, bien rico. Me veía venir un orgasmo increíble y así fue.

Explote dentro de su boca. La sentí hirviendo y quemante por los efectos del vino y el cigarrillo y los placeres de la mamada que ella me había hecho.

Fue un orgasmo interminable porque con sus manos me ordeñaba y boca siguió ordeñando, hasta que la dejo vacía y limpiecita.

Ambos nos quedamos dormidos. Cuando me desperté, ella ya se había ido, Me dejo una nota dándome las gracias. Su nombre, nunca lo supe. No volvió. Se esfumó.

Estoy esperando repetir la experiencia, pero necesito con quien tenerla. Si te animas, me escribes