Aún
no se si estoy soñando o soy realmente el hombre más afortunado del
mundo, por eso estoy escribiendo este relato, como para cerciorarme de
que esto es real.
Tengo la mejor Ama del mundo, de eso no hay duda de ningún tipo.
Pero les cuento un poco como empezó
todo esto, soy un tipo normal, cincuentón, vivo en una pequeña ciudad
del centro de España, y siempre me he sentido atraído por los azotes, yo
creo que desde que mi madre me mondaba el culo con la zapatilla desde
niño, y últimamente cada vez más por la sumisión, una mujer dominante me
pone mucho, no importa su atractivo físico, lo que me atrae es que sea
dominante y que tenga la mano larga.
En cuanto al trabajo, aunque no me
quejo, tampoco me va especialmente bien, hago pequeños trabajos en
varias empresas y así voy tirando, pero en realidad el dinero nunca me
ha preocupado.
A una de las empresas a las que
prestaba mis servicios, y aun lo sigo haciendo, le estaré eternamente
agradecido porque fue allí donde encontré a mi dueña y Señora.
Ella pese a ser poco menor que yo,
llevaba trabajando poco tiempo en la empresa, y la verdad es que apenas
coincidíamos, no fue hasta la bendita cena de empresa de Navidad cuando
realmente la conocí. Caímos juntos en una esquina de la mesa, los más
sosos y aburridos de toda la empresa, al menos eso creían todos los
demás, el joven contable y nosotros dos.
Los “aburridos” nos bebimos el mejor
vino que se quedó para el final, cuando casi todo el mundo iba medio
borracho, y ya se sabe que el vino suelta la lengua, y cuando nos
quedamos solos, y empezamos un poco con las preguntas personales aún no
sé cómo, le dije:
-Yo no tengo pareja, porque aunque no
soy nada exigente, la verdad es que tengo unos gustos muy particulares,
y reconozco que así es muy difícil encontrar pareja, y a estas alturas
de mi vida, no voy a estar con alguien por estar.
Fue entonces cuando sentí el primer
escalofrío con la que iba a ser mi Ama, apoyó su barbilla sobre la palma
de su mano derecha , entornando los ojos, y con un tono de voz mitad
pícaro, mitad sugerente me dijo:
-¿Y se puede saber cuáles son esos gustos tan particulares?
Me quedé turulato, la verdad es que
sólo le había contado mis gustos sexuales a una prostituta buena gente
que me azotaba como a un crío muy de vez en cuando y que cuando se lo
pedí varias veces, tuvo la confianza suficiente para preguntarme, sólo
entonces se lo dije, al resto de los mortales jamás le había dicho nada
sobre mis gustos , de los que erróneamente me avergonzaba, pero en una
ciudad de provincias, no es tan fácil salir de este armario.
-Te los contaré encantado, pero déjame que te invite en algún sitio con menos ruído.
-Estaré encantada, ¿nos vamos?
Cuando íbamos por la calle camino de un elegante pub, me cogió del brazo y me dijo:
-¿Sabes? Eres el único tío de la empresa
que no se ha portado conmigo como un cerdo mirándome las tetas o el
culo como si fuera una yegua, ¿ eso significa que eres un caballero o
que no te gusto?
-Por supuesto que soy un caballero,
como no me vas a gustar, si tienes el mejor tipo de toda la empresa, y
aún diría más, la más guapa.
-Madre mía no sabía que ibas tan borracho jajaja.
En este distendido tono llegamos al pub
y tuvimos la suerte de sentarnos en un reservado discreto , pedí
champán alemán, como si entendiera de caldos, y sin pensármelo demasiado
le dije a mi aún compañera de trabajo.
-Te cuento esto porque se ve que eres
una mujer con clase, y no sólo eso, porque me apetece contártelo, así
que antes de nada te quiero dar las gracias por la confianza que me has
infundado, y encima siendo tan guapa.
-Soy toda oídos.
Le desembuché todos mis gustos, sin
omitir ningún tipo de detalle, desde mi infancia, hasta la actualidad.
Ella no dijo nada, solo bebió champán, que estaba buenísimo y escuchó, y
cuando pensaba que había acabado le dije:
- ¿Y sabes una cosa Amparo? ( así se
llamaba), que tú serías mi Ama perfecta, te digo esto sin tener ni idea,
si tienes familia, si te gusta el BDSM, pero el alcohol me ha soltado
la lengua esta noche y no puedo parar, por supuesto que te pido mil
perdones si te estoy incomodando, pero es que lo tengo que soltar todo
de golpe, o no lo diría nunca.
-Me apetece fumarme un cigarro, hace años que no lo hago.
-A mí también, yo también lo dejé hace años, ahora mismo compro, no tardo nada.
Estábamos en un reservado en un patio
interior que al no estar del todo cubierto se permitía fumar, nos
fumamos casi todo el paquete de Marlboro, no volvimos a hablar del tema,
aunque estuvo obviamente presente el resto de la noche, y cayeron otro
par de botellas de aquella delicia alemana que se llamaba G.H. MUMM.
Cuando me dijo que era hora de que la
acompañara a casa, le ayudé a ponerse la chaqueta, y me miró con un
brillo especial en los ojos, o igual era que ella también iba un poco
piripi, pero yo quise ver otra cosa.
La dejé en el portal de su casa, y tras los besos de despedida, me dijo.
-El lunes pásate por mi despacho, y hablamos, buenas noches, y gracias por todo.
Cómo podréis suponer me fui flotando a
mi casa, no cabía en mí mismo de gozo y de satisfacción, realmente me
sentía felicísimo sólo por el hecho de habérselo contado, creo que me
había enamorado de aquella mujer, y no sólo como Ama, sino como mujer,
ahora la veía preciosa, era morena con el pelo largo siempre recogido en
un sofisticado moño, ojos verdes, y con unas curvas muy apetecibles,
pero lo mejor era su personalidad, su discreción, su seriedad, su saber
estar, su elegancia natural, joder, estaba enamorado como un
adolescente.
Aquel fin de semana, no terminaba nunca, fui otra vez a aquel pub con la esperanza de encontrarla allí, pero no estaba.
Por fin llegó el lunes, y yo no sabía a
qué hora ir a su despacho, así que después de aguantar un par de horas, a
las 10.30 me presenté en su despacho, me saludó muy cordialmente y me
dijo:
-¿Tienes algo que hacer el jueves por la noche?
-No, absolutamente nada.
-Pues ya sabes donde vivo, mi piso es el tercero B, a las 9 te espero en mi casa para cenar, de acuerdo?
-No faltaría ni por todo el oro del mundo.
-Eso espero, y si me disculpas, tengo mucho lío.
Salí de aquel despacho que me comía el mundo, la vida me sonreía, el corazón me palpitaba, aquella mujer me tenía embrujado.
A las 9 en punto estaba allí como un clavo con mi botella de vino y unos dulces muy chic que me había comprado para la ocasión.
Amparo estaba elegantísima, con un
vestido blanco y negro ajedrezado, su moño recogido de una manera muy
casual, y unos zapatos de tacón no muy altos, pero muy elegantes, me
gustó que se hubiera arreglado tanto para mí.
No llevábamos ni cinco minutos cenando cuando me dijo:
-Como podrás suponer he estado pensando
en lo que me dijiste sobre tus gustos. No sólo he pensado, sino que
también he leído, blogs, cuadernos, ya sabes, la red está llena de esto.
Realmente me atrae la idea de ser Ama, de ser tu Ama ( en ese momento
me miró, y se me paró el corazón unos segundos) y cuanto más lo pienso
más me atrae, son de estas cosas que tienes ahí delante, y no las ves, y
tú me la has enseñado.
-No sabes lo que me alegro Amparo, no te puedes imaginar lo que esto significa para mí.
-Cuando acabemos de cenar, dejaremos
las cosas claras, y pondremos las condiciones, pero te adelanto un par
de cosas, si buscas follar conmigo olvídate, hace mucho tiempo que me
aburre el sexo convencional con hombres, y otra cosa, no seré el Ama
típica, con tacones altos, cueros y látigos, seré Ama en bata y
zapatilla ¿ la zapatilla te gusta verdad?
-No sabe usted cuánto.
-Vaya me hablas de usted, eso está bien,
las cosas me gustan bien hechas, y nada de medias tintas, ah y otra
cosa, no creas que porque sea un Ama en zapatillas no voy a ser dura
contigo, si hace falta seré más dura que todas las amitas esas que van
con látigo y no saben ni usarlo.
Después de la cena me expuso todas sus condiciones, y entre otras cosas me dijo:
- Quiero que te vengas a vivir conmigo,
aprovecharás estos días de puente, y el lunes te quiero aquí instalado
ya, me gusta que me obedezcas, que me complazcas, y lo más importante
quiero que me adivines, tendrás que aprender a adivinar mis deseos y
adelantarte a ellos, está claro?
-Si mi Señora.
-Desnúdate
-Si mi Ama
Me desnudé lo más rápido que pude, y me puse delante de ella.
-De rodillas
Me tiré a aquel suelo de madera ( menos
mal que es de madera, porque me paso horas de rodillas en ese suelo) y
me quedé mirando a mi Ama.
-Ve a mi habitación a 4 patas como el perrito que eres, hay algo encima de mi cama, me lo traes en la boca.
Salí hacía el pasillo que había detrás
de mí, sin tener ni idea donde estaba la habitación de mi Señora, pero
me ayudó que sólo había una habitación con la luz y allí entré,
efectivamente había una caja pequeña sobre la cama, la cogí con boca, y
se la llevé a mi Ama, que me esperaba divertida en el sofá.
Era un collar, muy elegante pero un
collar de perro, era fino y negro, mi Señora me lo colocó con bastante
ceremonia y cuando oí el clic al cerrarlo alrededor de mi cuello me
sentí de Ella, no sabría explicarlo con palabras, no saben los vainillas
lo que se pierden al no pertenecer a nadie, es la sensación más
maravillosa que he sentido nunca, me sentí más unido a Ella que ninguna
persona en toda mi vida, me puse rojo como un tomate, era una mezcla de
orgullo, de placer y no sé si de vergüenza, pero así fue. El collar iba
acompañado de una correa que se unía a él para ser paseado como un
auténtico perrito.
-Todos los viernes por la noche te
azotaré, tendrás un cuaderno donde apuntarás todos tus errores, todos
tus pensamientos dudosos que tengas para mí, y además de decírmelo a mí,
lo apuntarás en tu cuaderno de castigo, para que no se olvide, de
acuerdo?
-Si mi Ama.
-Ahora vuelve a mi habitación y me traes
una de las zapatillas que hay junto a mi cama, vamos a ver si es verdad
que te gustan tanto.
Salí disparado a por la zapatilla de mi
Ama, a cuatro patas, las había visto en mi anterior viaje, pero no me
quería entretener, era una zapatilla negra abierta por detrás, con un
ribete de leopardo en el empeine por donde entra el pie, había una
bocabajo que se veía su suela de goma amarilla, lo sentí de inmediato
por m i culo, pero no pude evitar una erección, aquella zapatilla me
fascinaba, olí la zapatilla antes de morderla por el empeine, el olor de
los pies de mi Ama, era embriagador, estaba extasiado, y fui corriendo
como un perrito a llevársela en busca de mi premio.
Y mi premio llegó me mandó colocarme
sobre su regazo, y empezó a acariciarme el culo con aquella suela
amarilla de su zapatilla, pronto las caricias se alternaron con los
azotes, me azotaba de una forma sensual mientras me decía.
-Te azotaré por mi placer, y te azotaré
para castigarte, te azotaré con mi zapatilla, pero también me compraré
fustas, látigos, cinturones, varas… y dependiendo de tu falta,o de mi
humor, así será tu castigo, ah y otra cosa, te correrás sólo para mí y
sólo cuando yo te lo permita, entendido?
-Si mi Ama.
Aquella zurra se prolongó durante media
hora, al final me dio una muy buena paliza, lo sé porque 24 horas más
tarde aun no podía sentarme, pero con la emoción de la primera vez ni
siquiera me percaté del palizón que estaba recibiendo, al fin y al cabo
era el hombre más feliz del mundo.
Continuará...