domingo, 18 de diciembre de 2016

CRÓNICAS CORNUDAS, EN EL ESTACIONAMIENTO

- te gustaría que los dos me vieran mas..?? que te parecería que me dejara tocar un poco las piernas..?? no me digas que no te gustaría..?? es mas, pienso que lo estas deseando..?? Quieres que esos dos chicos me manoseen un poco verdad..?? cornudito.. - no cristina, aquí no por favor..!! Otra ocasión en que humille a Octavio, fue hace unas semanas, cuando deje que dos desconocidos me despojaran de mi ropa interior, déjenme contarles como se dieron las cosas, Ese día habíamos ido a una plaza comercial a comprarme algo de ropa, así que dejamos el auto en un estacionamiento publico y desde que llegamos, me di cuenta que los dos chicos que nos recibieron me desnudaron con la mirada y no era para menos, ya que la minifalda que llevaba, dejaba muy poco a la imaginación, una vez que volvimos, de inmediato los dos chicos se acercaron a nosotros con el pretexto de ayudarnos con las bolsas así que abrí la cajuela y le dije a Octavio que se hiciera a un lado y los dejara meter las bolsas, Octavio de inmediato me hizo caso y dejo las bolsas en el suelo y después se metió al auto junto conmigo, espere que ambos chicos terminaran y después uno de ellos se acerco a al ventanilla y me dijo, - lo que guste darnos damita, - tome mi bolso y comencé a buscar dentro de el, tardándome unos minutos a propósito, para que el chico se pudiera deleitar con mis piernas y después de unos segundos tome un billete de a cincuenta y se lo extendí, el lo tomo lentamente, me dio las gracias y después dio media vuelta, así que de inmediato le dije a Octavio, - viste como me miraba el chico, - si cristina, - creo que hicieron un buen trabajo, lavaron el auto y ayudaron con las bolsas, me parece que merecen algo mas que una simple propina, Octavio bien sabía a que me refiera, pero no dijo nada, solo agacho la cabeza, - te gustaría que los dos me vieran mas. ?? que te parecería que me dejara tocar un poco las piernas. ?? no me digas que no te gustaría. ?? es mas, pienso que lo estas deseando. ?? Quieres que esos dos chicos me manoseen un poco verdad. ?? cornudito. - no cristina, aquí no por favor. !! - no tendría nada de malo, además no creo que los vuelvas a ver, rara vez venimos a esta plaza, que dices. ?? Invítalos a que me manoseen, por que si no lo haces tu yo lo voy a hacer, Octavio mantenía la mirada viendo hacia el suelo, sabía bien que era capaz de eso y que poco serviría lo que dijera, así que después de unos segundos de insistirle con voz temblorosa me dijo, - esta bien cristina, como tu digas, Solté a reír, encendí el auto y avance por donde se habían ido, el lugar era algo grande, pero después de dos vueltas, los encontré sentados en unos botes, a un lado de los sanitarios, orille la camioneta a un lado de ellos, baje el vidrio y comencé a hacerles señas, para que se acercaran, uno de los muchachos me vio y se acerco rápidamente y me dijo, - dígame damita, que se le ofrece, - pues nada, que mi marido les quiere decir algo, el muchacho se le quedo viendo a Octavio, pero el no decía nada, así que tuve que insistirle un poco, - vamos Octavio, que les ibas a decir a los muchachos. Octavio no decía nada, solo mantenía la cabeza baja y podía ver como su mandíbula se ponía tensa, así que para hacerlo sufrir mas, le dije en un tono mas fuerte, - diles Octavio. !! Trago saliva, volteo ligeramente la cara y comenzó a decir, - les gusta mi esposa. ?? el muchacho se le quedo viendo unos instantes, me miro a mi y después soltó una tremenda carajada, - vaya señorita, tiene un tremendo idiota como esposo y si, si me gusto mucho tu esposa, si quieres lo podemos arreglar, Octavio solo se quedo callado, lo acababan de retar y el no hizo nada, así que tome la palabra, - déjame estacionarme y ahorita le vuelves a preguntar…jajajaja Moví el auto y lo acomode junto a donde estaban ellos, mientras le decía a Octavio, - tremendo cornudo eres, ahora por eso te vas a humillar frente a ellos, Apague el auto, me baje y vi que ambos chicos ya venían hacia nosotros, me pare a un lado de Octavio y en cuanto llegaron, uno de ellos le volvió a preguntar, - Tienes algún problema por como vemos a tu mujercita. ?? Octavo se quedo de piedra, asi que tome la palabras y les dije, - bueno chicos, pues entonces vamos a los baños y los dejare tocarme las piernas, - claro señorita - bueno Octavio, si quieres puedes acompañarnos o quedarte aquí, como gustes, - voy cristina, le dije que como quisiera y después di media vuelta y comencé a caminar hacia los baños y y una ves que los cuatro estuvimos dentro, uno de ellos cerro la puerta y yo me fui directa a los lavabos me puse de frente a ellos y les dije, - quien va a ser el primero, rápidamente uno de los dos se puso tras de mi, se hinco y poso ambos manos sobre mis pantorrillas y comenzó a acariciarme, sus manos las tenia bastante ásperas, pero eso no me importo y hasta me puso un poco mas caliente, podía sentir como las subía y bajaba lentamente, sobándomelas y apretándomelas, hasta que en una de esas, llego a la parte de abajo de mi falda, la tomo por los costados y comenzó a subirla hasta dejármela en la cintura, dejando al descubierto mi diminuta pantaleta transparente, - damita, que prenda mas cachonda lleva, - si, te gusta, al cornudo de mi esposo le fascina que otros hombres me las quiten, a ver cornudito dile al muchacho que me quite la pantaleta - le podrías quitar la pantaleta a mi esposa, - pero claro cornudo, Aquel muchacho la tomo por ambos lados y comenzó a bajármela lentamente, dejando al descubierto mi vagina, ante la atónita mirada de Octavio - damita, es usted toda una cachonda, pero mi amigo quiere participar también, lo deja. ?? me le quede viendo al otro muchacho y le dije que se acercara y una vez que lo tuve frente a mi, le baje el cierre y de inmediato salio una gran verga, la cual sujete ligeramente y comencé a masturbarlo, mientras que el otro muchacho no dejaba de acariciarme y una vez mas, mi esposo era humillado, pero ahora por dos desconocidos, pero eso a mi no me importo y deje que aquellos dos muchachos se deleitaran conmigo, el que estaba hincado aparte de acariciarme comenzó también a besarme las piernas, sus manos subían y bajaban sin control, causándome un gran placer, pero no se conformo con mis piernas ya que después de un rato llevo sus manos atrás de mi y comenzó a acariciarme las nalgas, era tanto el placer que me daban sus caricias que en un momento cerré mis ojos y me puse lo mas flojita que pude, supongo que el sintió que me relaje, ya que comenzó a meter su dedo en mi trasero, de momento lo deje y me concentre en hacer venir al que estaba masturbando, así que comencé a mover cada ves mas rápido mi mano, hasta que después de unos segundos, sentí como su verga se ponía superdura y de un momento a otro comenzó a gemir y termino viniéndose sobre mi mano llenándomela de semen por completo, - señorita…. que buenas chaquetas hace, pero ahora quiero acariciarle un poco las piernas, le parece si cambiamos de lugar, - claro, Rápidamente ambos muchachos comenzaron a acomodarse y yo aproveche para ver a Octavio, y me di cuenta que el muy cornudo ya se había metido a uno de los cubiles y alcance a ver que se estaba tocando, pero decidí no ponerle atención, así que continué en lo mío, me limpie la mano en mi blusa y le baje el cierre al otro muchacho y de nuevo tenia ya otra verga en mi mano y mis piernas volvían a ser manoseadas, pero ahora este otro muchacho, me comenzó a dar ligeros mordiscos, lo que me prendió aun mas, así que de nuevo me relaje y comencé a acariciar aquella otra verga, esta era un poco mas pequeña, pero estaba mas ancha, así que me di el placer de agarrarla con mas fuerza y así poder gozar mejor de aquel pedazo de carne y comencé a mover mi mano cada vez mas y mas rápido, mientras que el otro no dejaba de darme pequeños mordiscos e inclusive hasta sentí como me pasaba su lengua por mis muslos, lo que hizo que se me pusiera la piel chinita, en verdad aquellos me estaban poniendo muy excitada, pero no quería cojermelos, solo quería humillar a mi esposo y divertirme un poco, así que después de un rato, de nuevo mi mano volvió a estar escurriendo de semen, - mmhhh…damita…es usted todo un manjar, lastima que su esposo no la sepa aprovechar, pero queremos pedirle un ultimo favor, - claro, el que quieran, - nos podría dejar sus pantaletas como recuerdo, - claro que si, pero déjenme darme el gusto de que sea mi marido quien me las quite y se las de, a ver Octavio, sal de ese baño y ven a quitarme las pantaletas, Octavio salio lentamente de aquel cubil y comenzó a caminar hacia nosotros, con la cabeza baja, se veía bastante agitado, era obvio que esta excitado de sobremanera, cuando estuvo frente a mi se hinco y comenzó a deslizarme las pantaletas hasta quitármelas por completo, después me las quiso dar, pero de nuevo le dije, -dáselas a ellos, Octavio sin levantar la mirada se giro hacia uno de los muchachos y le dio la pantaleta, para después dar media vuelta y salir, después los dos muchachos e dieron las gracias diciéndome que nunca habían conocido a una mujer como yo y que si había posibilidad de repetir este encuentro, yo les dije que si y después me limpie la mano en la falda y los tres salimos del aquellos baños, cuando me subí al auto vi que Octavio respiraba agitadamente y se veía hasta como que quería llorar, así que le pregunte, - te gusto lo que viste cornudito, - si cristina, me gusto, Solté una tremenda carcajada y eche a andar el auto y ya en casa me quite la falda y le dije a Octavio que la lavara y me metí a bañar,

Mi espalda y mi culo a disposición, entre cera, jengibre y Él

Me coloca de espaldas, en cuatro en la cama. Rasga las medias, hace a un lado mis pantaletas y comienza a jugar con mi sexo, con mi ano. Me da un beso en el ano y comienza a jugar con su dedo en el La entrega no comienza en el cuarto, pues no termina al retirarme. El elige lo que usaré. y desde que cruza mi mirada con la suya se que estoy ahí para complacerle. Me toca mientras caminamos y nos dirigimos al cuarto. Sentir Su cadena en mi collar, ese click que inicia todo. Quita mi sostén y quedo con el vestido corto, medias de red y botas largas frente a el. Me cubre los ojos y pone las esposas de piel. Me coloca de espaldas, en cuatro en la cama. Rasga las medias, hace a un lado mis pantaletas y comienza a jugar con mi sexo, con mi ano. Me da un beso en el ano y comienza a jugar con su dedo en el. Comienzan los golpes en mis nalgas, con la mano, con su cinturón. Coloca el plug anal y me pega un poco mas. Después me mueve hacia el otro lado de la cama y mete su verga en mi boca, tapa mi nariz y siento que llega hasta el fondo de la garganta, me ahoga y sin embargo es un delicioso momento. Sigo chupando, su verga, sus testículos y despues me coloca de nuevo en la orilla de la cama en cuatro. Mueve mis pantaletas y penetra mi puchita, jala las coletas y me penetra profundamente, mis piernas abiertas, de rodillas en la cama, los tacones de las botas a los costados de sus piernas. Alguna nalgada ocasional aumentando la cuenta. Y viene un descanso, entre sus brazos. Me quito el vestido y la ropa, pregunta si traigo ropa interior de repuesto y rasga mis pantaletas. Un baño, y ahi, entre el agua, vuelve a acariciar mi cuerpo y tomarme, meter su verga en mi sexo. Se sienta en la orilla de la cama y yo me siento sobre el, metiendo su verga en mi coño, dejando rebotar mis pechos que a veces atrapa entre sus dientes y muerde, y chupa, duros de estar entre sus manos. Se acomoda en la cama, boca arriba y se que debo hacer, sentarme sobre su verga, dejar que entre en mi ano, controlar el ritmo. y correrme. si, porque lo disfruto, porque no se decirle basta. Otro pequeño descanso entre sus brazos después de estremecerme, el va al baño a preparar lo siguiente, al salir me toma de la cadena y me guia a la cama; me pide arrodillarme en la orilla de la cama, artiba de ella, con el culo hacia arriba, totalmente postrada. Pone un pedazo de jengibre en mi culo que comienza a hacer arder mi ano, excitarme, y me pregunta mi palabra de seguridad, y comienza a hacer lo suyo, prende velas y la cera comienza a rodar por mi espalda, de repente el calor es fuerte y hay que soportar, siento sus manos trabajar en mi espalda entre lo tibio de la cera. Cubrió con cera mi tatuaje, esa parte de mi espalda justo arriba de la linea de mis nalgas, ardía pero lo soportaba, ese punto sirvió para que colocara la vela. Cera roja y negra en mi espalda, caliente, a punto de hacerme gritar y el solo susurra: No te muevas. Rompe las medias de la parte de mis pies. Pasa por mis pies algo, haciendo cosquillas, dejando que sienta; comienza a darme risa y oigo su voz: ¡No te rías! Lo intento sintiendo como recorre las plantas de mis pies, como echa cera, como muerde mis dedos, manteniendo la postura. Se cae el jengibre y en vez de colocarlo me penetra cuidadosamente por el culo. Sentirlo entrar y salir me hace perder entre placer la posición, aunque el ya habia soplado en mi espalda y retiraba la vela, fui su candelabro, su mesa donde jugó con la vela y la cera. Orgasmo tras orgasmo mientras me partía con fuerza pero ternura por el culo, sin poder detenerlo, sin querer detenerlo. Mis pernas se cansaban de sentir como me embestía por el culo, hasta que en un vibrar de cuerpos ambos terminamos empapados de sudor. Recostarme en su pecho, ver su rostro, sentir su mano aun subiendo y bajando por su verga, su morbo que despierta mi lujuria y mi boca comenzando a recorrer su cuerpo a besos, su pecho, sus pezones, su estómago, su ombligo, su entrepierna, su ingle sintiendo mis besos, mi lengua. Mi boca besando la punta de su verga, sus dedos que subian y bajaban en mi deseo. Se masturbaba y solo lo besaba, lo acariciaba, hasta que con una mirada, una seña avisaba la llegada de su orgasmo y mi premio, abrí la boca y su semen se derramo en mi lengua, en mis labios y su estómago. Saboree con lujuria y limpie su estómago con mi lengua, y esa última gota en la punta de su verga con una dulce lengüetada. Un descanso, un baño y mi nombre dibujado en el vapor del espejo por El.

LOS PIES DE GONZÁLO

Esta historia ocurrió cuando tenía 16 años. Era un chico tímido, casi no hablaba con nadie de mi clase. Nos habían puesto un trabajo de biología y teníamos que hacerlo en parejas, como siempre me quedé solo y me pusieron con Gonzalo. Gonzalo era un chico solitario, no porque la gente lo odiara, al revés, era un chico muy popular, pero no le gustaba salir de fiesta ni las muchedumbres. Al terminar la clase quedamos en que él vendría a mi casa. Gonzalo me había gustado desde siempre, me encantaba todo de él, su piel pálida, su cabello oscuro y sus grandes ojos verdes, pero había una parte de él que deseaba ver con toda mi alma, sus pies. Siempre me habían llamado la atención los pies de los chicos que me gustaban. Estaba muy nervioso con la idea de que fuera a venir a mi casa. Al salir de clase me fui corriendo a mi casa. Al llegar mis padres me dijeron que tenían que irse pero que volverían para cenar. Íbamos a estar Gonzalo y yo solos en mi casa toda la tarde. Gonzalo llegó puntual, llevaba las mismas zapatillas que esa mañana y no sé porque eso me excitó un poco. Fuimos a mi habitación y nos pusimos a hacer el trabajo. Cuando llevábamos una hora nos tomamos un descanso. -Me gustan tus zapatillas -le dije intentando romper el hielo. -Están un poco gastadas -dijo moviéndolas. Me quedé embobado mirando sus zapatillas y él se dio cuenta fue un momento un poco incómodo pero se pasó rápido y seguimos con el trabajo. Una parte del trabajo consistía en hacer un dibujo de una célula en una cartulina grande y le dije a Gonzalo que iba a empezar con eso mientras el terminaba la otra parte. Como no había espacio suficiente me puse en el suelo. Tenía los pies de Gonzalo cerca y disimuladamente me iba acercando hasta que estuve lo suficientemente cerca como para que llegara el olor que salía de sus zapatillas. Era un olor leve pero se notaba que dentro de las zapatillas el olor era mucho más intenso. -¿Por qué me miras tanto las zapatillas? -me preguntó. -Por nada especial, simplemente me gustan. -¿Te gustan las zapatillas o el interior? Me quedé callado mirando al suelo. -Una vez en un chat un hombre me dijo que si le podía enviar mis calcetines usados -dijo él-. ¿Te gustan esas cosas? -Un poco. -Tengo curiosidad por saber como es estar con una persona así, me gustaría probarlo algún día. Yo seguía callado pero cada vez estaba más excitado. -A mi también me gustaría probarlo -dije al fin-. Mis padres no vuelven hasta esta noche y casi hemos terminado el trabajo. -Adelante entones -me dijo acercándome las zapatillas. Me abalancé sobre sus zapatillas y empecé a oler en el hueco entre la zapatilla y el tobillo. El olor era maravilloso. Empecé a desatar los cordones y le saqué las zapatillas. El olor inundó toda la habitación, era bastante intenso. Le masajeaba los pies con los calcetines puestos, estaban empapados en sudor. De repente Gonzalo tomó la iniciativa y me puso los pies en la cara, solo me llegaba el olor de sus pies. Mi polla estaba a punto de reventar en el pantalón. -Vamos a la cama, creo que estaremos más cómodos -dijo mientras me quitaba los pies de la cara. Al ponernos de pie vi que él también se había excitado. -Veo que realmente te gusta esto -dijo Gonzalo. -Casi podría correrme solo oliéndote los pies. -Vamos a hacer mucho más que eso. Me tumbé en la cama y Gonzalo se quitó los calcetines y me puso los pies descalzos y sudados sobre mi cara. Apestaban muchísimo y podía notar la humedad en mi cara. -A mí también me gustaría oler tus pies. Me quitó los zapatillas y puso mis pies sobre su cara. Notaba la respiración en mis pies, era una sensación excitante. Me quitó los calcetines y empezó a lamer los dedos de mis pies. Me estaba gustando tanto que no podía evitar gemir. -Soy bisexual, en clase no lo sabe nadie -dijo Gonzalo-. He quedado con varios hombres que he conocido por internet, pero es la primera vez que me pongo así. Gonzalo sobaba mi polla con uno de sus pies por encima del pantalón pero quería más. Me quité la ropa y Gonzalo hizo lo mismo. Su cuerpo era una delicia ni gordo ni delgado, sin ningún vello. Nos tumbamos de nuevo en la cama y me puse a chupar sus pies, tenían un sabor salado muy concentrado. Fui subiendo por la pierna hasta llegar a su polla, la tenía llena de líquido preseminal. Me lancé a chupársela, escuchaba sus gemidos y notaba sus pies sobre mi espalda arqueándose del placer. -Quiero que me la metas -le dije-. Quiero que te corras dentro de mí. Busqué una crema que tenía en el cajón de la mesa y me puse un poco en el culo, me tumbé hacia arriba y puse las piernas sobre los hombros de Gonzalo. -¿Es tu primera vez? -preguntó. -Sí. -Al principio puede que duela un poco. Gonzalo introducía su polla poco a poco. Sentía un escozor flojo pero cuando dio el último empujón me dolió bastante y grité. Cuando pasaron unos minutos Gonzalo lo intento de nuevo y esa vez no sentí casi dolor. Con cada movimiento un escalofrío recorría todo mi cuerpo, sentía un placer enorme pero faltaba algo. Busqué con las manos hasta encontrar los calcetines sudados de Gonzalo y me los puse en la nariz. ¡Qué olor! ¡Qué sensación! Era el paraíso. De repente Gonzalo agarró mis pies, se los puso en la cara y empezó a lamerlos. La sensación que me producía que Gonzalo me chupara la planta y los dedos de los pies junto con el fuerte olor de sus calcetines era demasiado, casi me corría. Gonzalo aumentó el ritmo y noté su polla palpitando en mi interior soltando todo su semen en mi culo, no puede más, me corrí llenando todo mi pecho y abdomen de semen. Nos quedamos quietos unos segundos mientras recobrábamos el aliento, tenía sus calcetines en la cara y con cada respiración inhalaba su olor. -Será mejor que terminemos el trabajo antes de que lleguen mis padres -dije. -Claro. Mis padres volvieron al poco de terminar el trabajo. Acompañé a Gonzalo hasta la puerta y al despedirnos me dio algo. -Quédate con mis calcetines, seguro que los vas a usar tú más que yo -dijo con una sonrisa pícara. Aquella noche me hice varias pajas con aquellos calcetines apestoso